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8 de septiembre de 2006

Modo de Producción Urbano y Gestión de la Ciudad

Modo de Producción Urbano y Gestión de la Ciudad

Aportes para una Nueva Teoría de la Economía Política

Dr. Miguel Ángel Almirón

Universidad Nacional de Misiones

Posadas. Argentina

Introducción

Variados intentos hubieron para definir el lugar de “lo urbano” en las diferentes formaciones sociales, desde la ciudad antigua hasta la ciudad integrada y competitiva en la era de la globalización de la economía. Ciertas ciudades o metrópolis pueden ser competitivas pero seguramente una gran parte de las ciudades de menor rango quedarán al margen de esta carrera si no se adaptan a las nuevas reglas de juego. Como ha dicho Fernando E. Cardoso[1] “fuera de la globalización no hay salvación ; dentro de la globalización no hay alternativas”, sin embargo esto no deja de ser un falso dilema. Cada ciudad puede recrear condiciones de crecimiento y estabilidad en la medida que sepa articular recursos en un ámbito de decisión democrática, superando las actuales estructuras y prácticas de oportunidad política de la sociedad civil en el autogobierno.

En este trabajo se trata de elaborar una definición del fenómeno urbano y de las ciudades en la actualidad, también se elabora un diagnóstico de la gestión municipal en las diferentes latitudes pero poniendo el énfasis en las ciudades y municipios de América Latina a partir de la reestructuración del Estado de Bienestar durante los años 90´.

Por último se realiza una propuesta de Gestión Económica a partir de la consultoría de ciudades basado en diferentes herramientas de gestión económica y de articulación institucional para garantizar las condiciones de producción y funcionamiento urbano con participación ciudadana. En este punto aparece un viejo actor “Las Universidades” como productor, por excelencia, de conocimientos, métodos y técnicas al servicio de la sociedad. Es el momento de integrar la producción del conocimiento al autogobierno de las sociedades.

Lo Urbano en la Teoría Social

Para definir “lo Urbano” desde las ciencias sociales es importante la definición de ciudad en contraste con el mundo "rural". Si en épocas pasadas, anteriores a la Revolución industrial, la distinción entre lo rural y lo urbano, entre el campo y la ciudad, era, probablemente indiscutible, dicha distinción parece hoy mucho menos clara. En efecto, el desarrollo de los medios de comunicación en su sentido más amplio, es decir, de los medios de transporte y de los de transmisión de mensajes e información; la desaparición de las antiguas servidumbres de localización de la actividad económica ante las posibilidades actuales de distribución y división de energía; la homogeneización de muchas pautas de comportamiento, de formas de vida y de actitudes en relación con la elevación del nivel de vida y la acción generalizada de los medios de comunicación de masas, han contribuido en los países industrializados a borrar muchas de las antiguas diferencias entre ciudad y campo, haciendo confusa y problemática esta distinción. Es por ello por lo que no resulta ocioso plantear y discutir el problema de la definición de la ciudad, de los caracteres que se han atribuido al hecho urbano, para ver si continúa siendo posible seleccionar esta realidad como un objeto específico de nuestra investigación.

La definición de la ciudad y la determinación del límite inferior de lo urbano -o, en ocasiones, de la existencia de un continuo rural-urbano- han sido cuestiones ampliamente debatidas por los investigadores y por los organismos oficiales de estadística y que ha tenido muy diversas soluciones. En realidad, el problema presenta dos vertientes muy distintas. Por un lado, está la cuestión de la definición teórica del hecho urbano en contraposición a lo rural, y la enumeración de los rasgos esenciales de la ciudad. Por otro, la definición concreta utilizada en cada país para determinar con fines estadísticos lo urbano, y fijar el límite a partir del cual puede empezar a hablarse de ciudad como entidad distinta de los núcleos rurales o periurbanos.

Los rasgos que con más frecuencia se han considerado para caracterizar el hecho urbano han sido, fundamentalmente, el tamaño y la densidad, el aspecto del núcleo, la actividad no agrícola y el modo de vida, así como ciertas características sociales, tales como la heterogeneidad, la "cultura urbana" y el grado de interacción social.
Max Weber, a partir de la contraposición entre lo rural y lo urbano cree descubrir en la ciudad un nuevo tipo de comunidad. El estudio de Weber se refiere a la aparición de este tipo de comunidades, y señala como características esenciales de las mismas la existencia de los intercambios comerciales, la función política y militar, la existencia de instituciones y una organización social relativamente diferenciada. Estas características aparecen, sobre todo en Europa occidental, lugar donde, según Weber, puede identificarse el tipo ideal de comunidad urbana. Fueron, sin embargo, los autores de la escuela de Chicago los que de una manera precisa afirmaron la originalidad del contexto sociocultural urbano, creador de nuevas formas de comportamiento, de una forma de vida urbana, de una cultura urbana. Wirth intenta distinguir, desde una perspectiva sociológica, lo que constituye el modo de vida urbano como hecho diferencial. Las características esenciales de este sistema han sido ampliamente repetidas después: aislamiento social; secularización; segmentación de los roles o papeles desempeñados; normas poco definidas; relaciones sociales caracterizadas por la superficialidad, el anonimato y el carácter transitorio y utilitario; especialización funcional y división del trabajo; espíritu de competencia, frente a la solidaridad de las sociedades rurales; gran movilidad; economía de mercado, predominio de las relaciones secundarias e impersonales sobre las primarias, que serían características de las sociedades rurales; debilitación de las estructuras familiares y desaparición de las relaciones con parientes lejanos; en relación con ello, paso de la comunidad a la asociación; dimisión del individuo respecto a las asociaciones; control de la política por asociaciones de masas.

Es éste un hecho del que se ha tenido conciencia desde el mismo siglo XIX, en que la magnitud de las transformaciones que se experimentaban en las ciudades europeas comenzó a llamar la atención de los contemporáneos. A partir de este momento, a la vez que la ciudad y lo urbano se convirtieron en objeto de reflexión, surgió la necesidad de inventar nuevas palabras que sirvieran para designar la nueva realidad espacial y los principios teóricos que permitieran controlar su desarrollo. La "urbanización", en su doble sentido de proceso y resultado, así como las expresiones "suburbano" y "periurbano", aparecen precisamente para designar esta nueva realidad.

No obstante, han sido los sociólogos marxistas, más incluso que los historiadores, los que han profundizado en el análisis de las relaciones entre formas de urbanización y fases de desarrollo histórico. Cada una de estas fases, y más concretamente cada Modo de Producción y cada formación social concreta, da lugar a un tipo de ciudad y a una forma específica de urbanización. El análisis de la articulación entre estas formas y las estructuras sociales constituye uno de los más interesantes esfuerzos que se están realizando.


Lo urbano, definido así como una forma específica de poblamiento y de organización espacial, puede constituir el objeto de estudio de una rama de la Geografía, la Geografía del poblamiento. Pero esta forma de organización espacial es esencialmente, como todo el espacio, un producto social, modelado y condicionado por la estructura social, por el tipo de relaciones sociales que se establecen entre sus distintos elementos, por las relaciones de producción y, en suma, por el conjunto de las instancias económica, ideológica y jurídicopolítica que la constituyen. Como dijo Henri Lefebvre: "la ciudad proyecta sobre el terreno una sociedad, una totalidad social o una sociedad considerada como totalidad, comprendida su cultura, instituciones, ética, valores, en resumen sus superestructuras, incluyendo su base económica y las relaciones sociales que constituyen su estructura propiamente dicha". El análisis de la articulación concreta entre esta forma espacial y la estructura social obliga al planificador al trabajo común con otros científicos sociales y permite que la investigación pueda integrarse en una tarea más amplia, de carácter interdisciplinario.

La Gestión de la Ciudad

Habiendo desarrollado la configuración en la que se enmarca definición de la ciudad creemos importante definir los grandes ejes del cambio que afectan a la Gestión de las Ciudades en esta era, y que definen los parámetros de las nuevas formas de políticas estatales. Estos son:

a-Las nuevas tecnologías: el hecho es que estamos en el medio de un gigantesco torbellino de renovación científica, y este hecho debe ocupar un lugar central en nuestras reflexiones sobre las formas de gestión económica y social. Gestionar el cambio, implica gestionar un proceso permanente de ajustes de los diversos segmentos de la reproducción social, que podríamos definir como gestión dinámica.

b-La internacionalización de la economía: El proceso de globalización o internacionalización del espacio social mundial, es resultado, en gran parte, de los avances tecnológicos mencionados. Basta decir que hoy se transfieren diariamente incalculables millones de dólares entre diversos países, por medios electrónicos.[2] Hoy vemos mientras la imágenes en la televisión se puede comprar y vender las mismas mercancías, leer los mismos artículos que en cualquier lugar del mundo o interactuar socialmente, en tiempo real, con cualquier persona de cualquier lugar del planeta, se están formando nuevos grupos que interactúan “cara a cara en tiempo real”, se construyen nuevos espacios sociales virtuales como nuevas formas de construcción de lo real.

c-La urbanización: se cree que antes de medio siglo nuestras sociedades dejaran tener espacios rurales, para tornarse urbanas[3], y en un país tendrá una capital burocrática pero las decisiones se tomarán en base a la competitividad económica, cultural, de servicios o de otra índole, de acuerdo a la ciudad de que se trate y al modo en que esta se relacione como un nodo entre ciudades del mundo[4]. Estamos apenas comenzando a evaluar el gigantesco impacto social y político de esta transformación[5]. Una implicación inmediata de esta nueva realidad, es que no precisamos mas de un estado tan centralizado, ya que la población que vive en núcleos urbanos puede resolver los problemas locales. Esto implica, en otro nivel, que ya no podemos dejarnos paralizar por dicotomía de los 90´entre privatizar y estatizar, en la medida en el espacio publico comunitario adquiere un peso fundamental.

El cambio tecnológico impone una gestión dinámica que redimensiona permanentemente sus espacios; la globalización exige una interacción mucho mas ágil con el resto del mundo; la urbanización abre perspectiva para una reformulación global del funcionamiento de la forma como la sociedad se gobierna; mientras las polarizaciones económicas nos colocan en situación de desigualdad en términos internacionales y en situaciones explosivas en términos internos.

La gestión urbana[6] debe garantizar una configuración y funcionamiento de la ciudad de manera tal que permita una mayor productividad económica y social, opere como un elemento de distribución de la riqueza entre la población (combatiendo el desempleo y la pobreza) satisfaga los requerimientos ambientales de la calidad de vida y decida democráticamente sus cuestiones fundamentales. Esos objetivos están asociados a dos componentes: la configuración urbana y su funcionalidad y los procesos de gestión o acercamiento entorno a ambas.

Cuando decimos acercar la gestión pensamos en dos tipos de vinculaciones. En primer lugar, acercar físicamente. Es decir, llevar el aparato de gestión, la infraestructura de servicios y, sobre todo, el servicio mismo, hacia la población que lo requiere. En segundo lugar, organizar la prestación (toma de decisiones, ejecución, control y evaluación) de forma que la población (físicamente próxima en el territorio) pueda involucrarse de manera decisiva. Estos acercamientos, en particular el segundo, pueden tener en los hechos fuertes diferencias de grado. Sin embargo, esas diferencias no importarían distinciones conceptuales. Entendidas de esa manera la descentralización, en un sentido sumamente general, es una realidad múltiple integrada por procesos que de acuerdo a la terminología mas común, pueden considerarse desconcentración y descentralización propiamente.

Cuando se habla de acercamiento se refiere a la población considerada en una perspectiva territorial. Es decir, la población que en tantos individuos o grupos que “ocupan” un territorio determinado en la ciudad: quienes residen o desarrollan sus actividades en “distritos” particulares de la ciudad. En suma, en la descentralización la población se involucra no por sus decisiones particulares (pobres- ricos, comerciantes- consumidores, etc., etc.) sino por su vinculación con el territorio[7].

Consideremos ahora la afirmación de que la descentralización es una condición para democratizar la gestión de la ciudad. En la medida que se trate de un acercamiento de la toma de decisiones sobre las actividades que integran esa gestión (decisiones sobre que invertir, como financiar, que tipo de servicios prestar, etc.), la descentralización podrá implicar un mejor conocimiento, información como posibilidad de control y cambio en las estructuras de oportunidad política de la sociedad civil[8].

Pero al mismo tiempo, si la democratización de la gestión es universalización del aprovechamiento de las ofertas urbanas, el efecto de la descentralización dependerá de la condiciones de la población en relación a los territorios intra urbanos (heterogeneidad, homogeneidad, segregación) y de las relaciones y procesos que, dentro de esos territorios, se den entre los pobladores. Sin duda, la institucionalización de la participación de la población civil será un elemento importante en el resultado de esta orientación, pero en definitiva dependerá de los procesos sociales y políticos que puedan ocurrir en cada uno de esos territorios.

Un Nuevo Modelo de Estado

No hay muchas novedades en lo que hace a la forma básica de estructuración de los poderes, en torno del ejecutivo, legislativo y judicial. Sin embargo, indiscutiblemente se comprende de forma diferente como la sociedad civil se organiza para asegurar la sustentación política del conjunto[9].

Estamos acostumbrados a ver el funcionamiento del Estado basado en la organización partidaria. Este eje político-partidario cada vez más decadente de organización de la sociedad entorno de sus intereses, canalizo en general las posiciones de los grandes grupos económicos y de la burguesía en general.

El impacto político de la formación de este eje de organización de la sociedad en torno de sus intereses, el eje comunitario, marca de la evolución de una sociedad gobernada por “representantes” para un sistema en el cual la participación directa del ciudadano adquiere un peso mas importante.

Para dar un ejemplo el ciudadano sueco participa hoy, en promedio, de cuatro organizaciones comunitarias Participa de gestión de escuela, de su barrio, de decisiones de su municipio, de grupos culturales , etc. La descentralización de los recursos públicos constituye así un proceso articulado con una evolución del funcionamiento del Estado: cuando el 72% de los recursos financieros del gobierno tienen sobre su uso una decisión formulada en el nivel local del poder, las personas participan efectivamente, porque no van a una reunión política para aplaudir a un candidato, si no para decidir dónde quedara la escuela, que tipos de centro de salud serán creados , como serán utilizados el suelo de la ciudad, etc.

No se trata naturalmente de reducir la sociedad al “ espacio local”, en la línea poética de que “small is beautiful”. Se trata de entender la evolución de las formas de organización política que dan sustento al Estado : la modernidad no exige , aparte de partido político, sindicatos organizados en torno de sus intereses , y comunidades organizadas para dirigir nuestro día a día. Este “trípode” de sustentación de la gestión de los intereses públicos, que puede ser caracterizado como “ democracia participativa o sustantiva[10], es indiscutiblemente mas firme que el equilibrio precario centrado apenas en partidos políticos.

En otros términos, estamos asistiendo a un proceso amplio de relocalización de los espacios de la administración pública, y debemos repensar en forma general, la jerarquía de decisiones que conciernen a nuestro desarrollo.

Las simplificaciones que consiste en dirigir el espacio público como si fuesen un empresa privada , no tiene mucho sentido, en la medida en que el cliente del área pública, la población, es el propietario legítimo de la “ empresa”. La administración pública tiene que ser, por definición democrática.

Plantear una reflexión sobre la cuestión del desarrollo desde el horizonte conceptual de la economía supone adentrarse en un temas controvertido[11] pero necesario de provocarse una revolución intelectual en la historia del pensamiento económico, como diría Lascano: 1999/163 “Una revolución intelectual como la que encabezaron los clásicos (Smith, Ricardo, S. Mill) arrasando el sistema mercantilista, o Marx y Engels desafiando al capitalismo, necesita independencia de juicio, inspiración en las nuevas realidades, e imaginación creadora como la del Lord Keynes de la Teoría General, concebida precisamente para salvar al capitalismo...” Así en el origen mismo de las economía, como campo de disciplina autónomo, la indagación del origen de las riquezas de los estados y de los individuos absorbió los mayores y mejores esfuerzos de los primeros economistas. La variedad de causas esgrimidas como explicación a una generación de un excedente material y a su distribución entre las distintas clases sociales fue una de las temáticas transitadas por las escuelas fundadoras del pensamiento económico.

Sin embargo los paradigmas teóricos dominantes en la ciencia económica actual interpretan el desarrollo como una meta a alcanzar, en un plazo mas o menos extenso, en función de la capacidad demostrada por los especialistas a la hora de aplicar un conjunto de instrumentos disponibles para ser aplicados a voluntad por equipos gubernamentales sobre una situación problemática que, por definición , es no conflictiva; conformando un universo de agentes racionales deseoso de satisfacer sus necesidades de objetos escasos en un mercado transparente, con efectos neutros desde el punto de vista de la distribución del ingreso y de la reasignación de cuotas de poder político que esta conlleva y colocando las cuestiones territoriales, en el mejor de los casos, en un segundo plano de la jerarquía de problemas a resolver por una política de desarrollo.

El paradigma convencional del desarrollo se consolida alrededor de la década de 1970 en los países centrales, afirmándose en dos ejes conceptuales: uno de carácter mas global, el mito de la sociedad industrial; el segundo, un aspecto reductor de carácter económico - tecnocrático que es el que impregna a la mayoría de los diagnósticos y acciones concretas. El crecimiento es la causa inicial del desarrollo económico, el cual se convertirá en el motor del desarrollo social y de la expansión de las potencialidades humanas, pero medible a través del crecimiento industrial en si mismo sin integrar otras dimensiones cualitativas del desarrollo, determinantes en el momento de satisfacer necesidades de rango superior[12]. En síntesis, se trataría de una conceptualización donde: a) el desarrollo es un proceso homogéneo y homogeneizante, que no reconoce condicionantes de tipo histórico, culturales e institucionales y que, a modo de una receta eficaz, se aplica a una formación social en cualquier circunstancias; b) la noción de desarrollo funda su evidencia en la idea de la noción biológica de la cual la extrapolación y de la cual se deriva la analogía socioeconómica.

La ciudad funda en su reestructuración nuevos limites espaciales y conceptuales; nuevos bordes de una textura permeables a las mutaciones del sistema productivo global. En consecuencia, un programa de abordaje teórico que se plantee como hipótesis al pensar la ciudad conlleva una limitación estructural y estructurante, por tratarse, quizá como ningún otro caso de un objeto de estudio en permanente recreación y reformulación, que trasciende los campos disciplinarios tradicionales; un espacio físico y social que produce por las múltiples prácticas y relaciones sociales que se dan entre actores sociales en un espacio- tiempo determinado[13].

Asimismo, las ciudades contemporáneas se han transformado en un paisaje extraño a sus habitantes, donde ya no se puede identificar con precisión los índice de un comportamiento urbano, ese extrañamiento que acompaña al morador urbano se potencia en tiempo finiseculares de aceleración de los procesos de producción, circulación y consumo de bienes y servicio característico del llamado “régimen de acumulación flexible”[14]. Este régimen se define como una de las integraciones económicas característica del capitalismo avanzado donde la sobreacumulación se resuelve mediante mecanismo de desplazamiento espacial y temporal necesario para absorber la crisis inherente al desarrollo capitalista. Las áreas para el crecimiento sistémico no se producen por la expansión territorial directa, sino por una movilidad creciente de recursos y de capital, de forma tal que no se altere la universalidad de la forma valor.

Este pasaje de una “economía de escala” a una “economía de alcance” ( Zaera Polo, 1994) genera formas nuevas de urbanidad y de organización espacial configuradora de estructuras inorgánicas del medio construido. Las ciudades se transforman lentamente en los puntos de llegada y relanzamiento para los flujos reales y virtuales escapando a las posibles acciones regulatorias de un marco normativo diseñado y gestionado desde los limites conceptuales e instrumentales del Estado-Nación, que reduce su eficacia y obligan a repensar el rol del Estado nacional y, simultáneamente, reposicionar a las sociedades locales como eje central en la gestión del espacio urbano. Los actores locales pasan a ser los beneficiados o perjudicados directos, en razón de su vinculación espacial con los procesos orientados por la consecución de objetivos maximizadores derivados de la lógica capitalista de acumulación.

Pero frente al avance avasallador de los procesos de expansión del capitalismo, ¿qué lectura e interpretación del fenómeno pueden formularse desde una concepción no apologética, que retome los mejores aportes de la economía política? La tarea es compleja debido a la difusión académica de paradigmas que presentan los procesos económicos desde una perspectiva no histórica, reduccionista y cosificante. Para estos enfoques, cuya expresión hegemónica está representada por la escuela neoclásica, el capitalismo se desarrollaría sobre una superficie plana, dotada por todas partes de materia prima y de fuerza de trabajo homogénea, con vías y centro de transporte orientados en todas direcciones, que desconoce que su crecimiento y extensión se produce dentro de un ambiente geográfico sumamente variado, que abarca la diversidad de la naturaleza y la productividad de la fuerza de trabajo (Harvey, 1989).

Cuál es el lugar de la ciudad en este pensamiento sin espacios, en este pensamiento “científico” con objeto de estudios homogéneos, no diferenciados? Una forma pertinente de plantear algún esbozo de respuesta a la preguntas formuladas anteriormente implica tener en cuenta la relación estrecha entre espacios urbano, vida social y poder.

Tal vez, para la economía como práctica científica, sería aconsejable proponerse un derrotero que pretenda ser eficaz y que , simultáneamente, acepte con humildad las limitaciones de su vocación “expansionista” sobre otros campos disciplinarios. Ese acto de constricción intelectual exige un acercamiento honesto a los objetivos de estudio y a los corpus teóricos de otras disciplinas de las ciencias sociales. En ese sentido, desde un enfoque elaborado en las cercanías de la ciencia política, Paúl Claval:1982 nos propone tres aproximaciones en la forma de intervención del espacio en la vida social: 1) el espacio interviene por extensión al ser base de las actividades económicas; 2) se presentan como un obstáculo para la vida de la relación y 3) es el fundamento de toda actividad simbólica. Es el primer caso, se hace evidente la influencia del espacio simultáneamente como base material y objeto de la propia actividad “[ ...] En la agricultura, la ganadería, la explotación forestal, en las minas, las superficies utilizadas constituyen un elemento activo de las combinaciones productivas” (Claval:20). Dentro de estas dimensiones es relevantes el impacto del uso de la tierra y de las repercusiones del interior de ellas en términos de “externalidades”, tanto positivas como negativas. En consecuencia “en el mundo urbano, esta forma de efecto externo ha llegado a ser una de las manifestaciones de la influencia y del poder social mas difíciles de controlar”(Claval:21).

Como obstáculo para la vida de relación, el espacio vuelve costoso el transporte de los bienes, difícil y lento el traslado de las personas”, ... crea una ‘opacidad’ en la cual es difícil triunfar” (Claval:21). En condiciones tecnológicas, culturales y económicas dadas, ciertos movimientos de bienes y personas se hace extremadamente dificultosos. Por lo tanto, “la arquitectura espacial de las sociedades esta ligada estrechamente a la tecnología de los transportes, que condiciona la importancia de lo flujos de los bienes y de los servicios intercambiados normalmente” (Claval:21).

Una dimensión no menos relevante es la que ocupa el espacio como soporte de la actividad simbólica, en una fase del desarrollo sistémico del capitalismo donde los consumos simbólicos se substancian en y desde la ciudad; donde las grandes metrópolis globalizadas se ofrecen como lugares privilegiados para el acceso a la lógicas de consumo de bienes y servicios sofisticados, reflejando en la esfera del consumo la dualización territorial generada en el espacio urbano por los procesos de reestructuración sistémicos.

En relación a las dificultades metodológicas que se presentan ante la economía para avanzar sobre problemáticas que no fueron abordadas por los paradigmas dominantes Coraggio: 1999:5 afirma que se pueden identificar dos factores limitantes del pensamiento disciplinar que le impedirán afrontar la cuestión urbana: a) su mal resuelto carácter disciplinar y b) las características del paradigma de la ciencia económica que tuvo mas injerencia en la cuestión de esta “sub- disciplina”, la economía urbana.

En efecto, en el paradigma neoclásico la economía, en general, es vista como una esfera históricamente autonomizada de la sociedad; pensable como un modelo extremadamente limitado de agentes, relaciones, leyes e instituciones: productores y consumidores motivados por la maximización de ganancia o satisfacciones, oferentes y demandantes compitiendo entre si, mercado como lugares virtuales que determinan mecánicamente cantidades transadas y precios, de acuerdo a leyes universales. El economista, pensando desde este enfoque, hace abstracción de aspectos cruciales de la realidad que, justamente, domina “extra- económicos”. Es la consecuencia teórica del individualismo metodológicos subyacente a aquellas teorías, donde los individuos entran en la escena teórica como átomos preexistentes, de cuya interacción resulta el mercado y sus leyes universales.

Cómo puede saldar la ciencia económica esta deuda epistemológica? ¿Con qué instrumento conceptuales se podrían pensar las bases espaciales de una teoría económica donde lo espacial urbano se constituya como una dimensión centralizadora a la hora de plantear hipótesis de trabajos? ¿Cómo hacerlo en una fase del desarrollo del capitalismo signada por las determinaciones de una Revolución Tecnológica organizada en torno a las tecnologías de la información, donde sus actividades estratégicas dominante se estructuran en redes globales de decisión e intercambio ejecutadas en tiempo real a través de las nuevas tecnologías de información y comunicación?[15]. ¿ Cuál es el aporte de la economía como disciplina científica a la hora de pensar el espacio urbano en un mundo globalizado que genera, al decir del filosofo español Javier Echeverría, “un entorno telemático (el tercer entorno) donde las interacciones son de flujo electrónico o de reposiciones digitales, a distancia, no presénciales, asincrónicas, y bisensoriales...?”

Un camino potencial, condicionado en la calidad y la eficacia de sus respuestas teóricas por la complejidad del mundo que pretende analizar, que intente un ejercicio de recuperación de los mejores aportes históricos del pensamiento económico es el propuesto por la “Economía Política”, entendiendo este enfoque como un desarrollo alternativo propuesto por las corrientes tradicionales del mundo académico. La ruptura implicaría proponer un nuevo objeto de estudio donde la economía aporte sus intereses por desentrañar “[...] las leyes sociales de la producción y la distribución de bienes y a la forma en que estos son puestos a disposición de los consumidores, es decir, de los hombres que con ayuda de estos bienes, satisfacen sus necesidades individuales o colectivas” (Lange, 1966:16).

Pero estos procesos no son aislados, ocasionales; la producción y la distribución no se manifiestan en un acto realizado de una sola vez . Constituyen, por el contrario, “[...] una actividad humana que se repite constantemente. Por ello hablamos del proceso de producción de la distribución, del proceso económico” (Lange 1966:16-17). Este proceso, esta actividad humana que se repite con regularidad, deja “huellas territoriales”, marcas que trazan un mapa de las configuraciones especiales de los flujos reales y monetarios de los procesos productivos. Y si es posible construir una historia de lo material, un filum emergente (Zaera Polo,1994) como expresión de la evolución de la materia no orgánica, también es posible poner en debate la articulación problemática de una economía de lo material, del medio construido y de lo territorial. Se trata de leer los fenómenos urbanos desde una perspectiva económica que supone críticamente a aquellas otras que les designa el lugar de mero soporte material de las actividades productivas.

En una primera etapa en la evolución del pensamiento económico el concepto del espacio aparece de forma no sistemática. En los orígenes científicos de la economía, lo territorial aparece explícitamente en la obra del padre fundador de la disciplina, Adam Smith, quien en la riqueza de las naciones dejó una interpretación económica de la historia cruzada por determinaciones espaciales en cada una de las etapas evolutivas –1) la era de los cazadores, 2) la era de los pastores, 3) la era de los labradores y 4) la era del comercio y de las manufacturas- es en la tercera etapa, dominada por un modo de producción basado en la agricultura , donde las actividades económicas estratégicas se articulan a partir de un “capital territorial”, en el sedentarismo de las poblaciones y en un trabajo discontinuo (siembras y cosechas). La era dominada por el comercio y la manufactura profundizada la necesidad especial de la actividad económica .Los procesos de la navegación, los descubrimientos geográficos y las innovaciones en las tecnologías del taller, llevan a un modo de producción intensivo en capital y trabajo. La división del trabajo y la consiguiente especialización de los individuos implica una especialización territorial: la actividad se concentra ahora en las ciudades.

En Ricardo se produce un efecto de desarticulación de la conceptualización económica del espacio. Según Fernand Dumont, “[...] aparece una especie de punto cero del espacio” en la obra ricardiana; para avalar esta afirmación cita a Claude Ponsard: “Desde el momento en que Ricardo reduce explícitamente las diferencias de situación a diferencias en la fertilidad de los suelos, el factor espacial se ve definitivamente eliminado de su esquema [...]” (F. Dumont,1970:114).

En los textos de Marx aparece como una preocupación fragmentaria, pero con la potencialidad para generar hipótesis relevantes, la concentración y la dispersión geográficas inherentes al desarrollo capitalista. Entre las condiciones de realización del valor del contenido en la mercancía, unidad de análisis primaria en el modo de producción capitalista, se encuentra el espacio físico donde el acto de realización de la mercancía como tal se concretará. La mercancía como valor de uso es inconcebible sin el uso del espacio, sin el uso y la apropiación del espacio urbano que conlleva todo acto de consumo.

Si este ejercicio de reflexión intentó plantear las limitaciones mas relevantes del análisis económico contemporáneo en relación al lugar reservado para los factores vinculados al espacio en general y al espacio urbano en particular, al mismo tiempo, y al modo de producción, pretende hacer explícito un conjunto de ejes generadores de potenciales debates en el interior de la ciencia económica, que podrían conformar un programa de investigaciones en su articulación con “lo espacial urbano”.

En este contexto, a las ciudades les esta reservadas una función crucial en términos de estructuración económica y territorial, en la medida en que constituyen los elementos concretos en donde se desarrollan mas claramente las economías de aglomeración, que no solo permiten explicar la agrupación de la actividad productiva y de la población, sino que además juegan un papel muy activo en la elevación del progreso técnico y de la productividad, en la atracción de la actividad de otras áreas y regiones así como en la mejora de la eficiencia estructural de la región en que se sitúan.

Por tanto, el estudio de las ciudades, entendidas como sistema urbano, puede constituir un camino adecuado para una mejor comprensión de las formulas alternativas para el desarrollo.

El concepto de territorio ha ido modificando su carácter de mera localización, avanzando hacia una idea de territorio integrado en la propia definición de desarrollo. Espacio se refiere a medio, territorio, entorno, región, paisaje. Se habla entonces de espacio territorial, social, residencial, teórico, geométrico o matemático. De esta forma emerge un nuevo concepto de territorio, entendido como espacio económicos- social, ya que no considerado como un objeto de los procesos de desarrollo, sino como un sujeto portador de los recursos económicos que permiten ser el factor autónomo de desarrollo; espacio en el que se organizan e intercambian informaciones, en el que se crean sinergias, llegándose a un espacio relacional y no solo de soporte de actividades económicas (Latella, F:1995).

Por tanto, si el territorio genera ventajas, “ya no se considera como un stock de recursos genéricos, sino como una construcción de recursos en la que se inserta la empresa, es decir, un proceso: territorialización. Así, estos recursos no son transferibles ni se reducen a intercambios de carácter comercial, sino que se integran en procesos de aprendizaje, de relaciones institucionales, de reglas implícitas y de relaciones informales” Offner/Pumain,1996. La ciudad se muestra como una materialización concreta del espacio; representa el punto de unión de la producción de mercancías y la reproducción de las fuerzas de trabajo, es decir el lugar común en el que sucede la producción económica y la convivencia, y no solamente una suma de individualidades.

Algunos autores señalan como factores decisivos de localización, entre otros, la calidad del medio ambiente, la diversificación de las bases urbanas, la existencia de infraestructuras técnicas o sociales, la accesibilidad, la proximidad a vías de comunicación. Otros destacan la importancia de las áreas comerciales, entendidas como zona geográficas definidas por los movimientos en el espacio- flujos comerciales- que realizan los consumidores, desde el municipio de origen hacia la cabecera de área, para realizar la compra principal, y de encuestas a empresarios que buscan los factores de localización en centros productivos, cuestión que tiene una importante incidencia en aspectos de política regional.

Los análisis neoclásicos concentrados en integrar el factor espacial en la función de producción presentan una serie de limitaciones que constituye la base para el centro de sus críticos, quienes consideran como el error mas evidente el ponderar cualquier punto del espacio como equivalente a otro, cada uno con una cierta dotación de factores, y separados por una distancia generadora de un costo (Scheifler, M. A.,1991). Otra crítica que reciben los análisis de localización es el carácter limitativo de la amplitud de hipótesis bajo las que actúan, lo que hace difícil su realización. Además esta hipótesis son de carácter estrictamente económico, viéndose como en los últimos años se tratan de incorporar ideas y factores determinantes de tipo cualitativo ( condiciones medioambientales, relaciones personales, tradicionales culturales, etc.). A menudo resultan insuficientes los enfoques que inciden en los problemas de costos y en la definición del espacio como distancia física, a la hora de plantear una reflexión de la dinámica de los territorios y de los procesos de aglomeración espacial de las actividades productivas. Por tales motivos se considera que la alternativa es la de considerar “la heterogeneidad del espacio, el tamaño de las empresas y la búsqueda de una coherencia conjunta (en el espacio, en le tiempo, de cara a las mutaciones tecnológicas) de todos los elementos que incluyen en la decisión de localización” (Scheifler, M. A., 1991).

Un componente clave en los procesos decisorios orientados a la radicación de inversiones productivas son las económicas de aglomeración. A su vez permiten determinar la capacidad de un núcleo de población para desempeñar el papel de centro de crecimiento dentro de una estrategia de desarrollo territorial integrado. El espacio aparece, de este modo, como una variable relevante, que modela tanto los costos de transacción (especialmente los que refieren a la obtención de información) como los de producción mediante la generación de economías, fundamentalmente de aglomeración (Longas García, J. C.,1997).

Vivimos tiempos en que el mundo está, literalmente, reinventándose a si mismo. Un mundo absolutamente interrelacionados con cambios de enormes magnitudes y gran velocidad genera altos grados de complejidad en el ámbito urbano. Esto planteara grandes retos a la gestión de ciudades. Para adecuarse en los tiempos, los responsables del gobierno urbano requieren cambiar su mentalidad, por lo que esta ocurriendo en gestión urbana es también una revolución. En el mundo “nuevo y caótico” en el que vivimos solo alcanzarán el éxito aquellas ciudades capaces de una constante readaptación.

Diseño de Consultoría

Hasta aquí se ha intentado aportar una reseña y revisión crítica de las teorías sociales vigentes como también de las instituciones involucradas se trata ahora de diseñar algunas herramientas de gestión a partir de la figura de la consultoría de ciudades e incorporar a un actor social e institucional no tenido en cuenta.

No es cuestión de entrar a hacer historia de lo poco que se ha involucrado la universidad en los problemas concretos de la sociedad, pero el hecho es que la Universidad siempre estuvo jugando su propio juego en construcción de sistemas antes que involucrados en el mundo de la vida(J. Habermas). Pero también es bueno decirlo, las instituciones públicas en general y la sociedad no han recurrido a los servicios que esta puede prestar, sea como servicios, como extensión o como transferencia tecnológica.

Las universidades son sistemas complejos en sí mismos, son sistemas de producción y reproducción de conocimientos científicos y tecnológicos, son sistemas de racionalidad burocrática (M. Weber), y a la vez son comunidades científicas (T. Kuhn), son a la vez sistemas autoreproductivos o campos de poder autónomos (P. Bourdieu) encapsulados en sus propias problemáticas. Esto conlleva muchas veces a una desvinculación de los problemas del entorno.

Jorge Sábato pensó en una manera de integrar los complejos de innovación científicos tecnológicos al mercado y al estado, en una suerte de círculo vistuoso que ponga la investigación y el desarrollo de tecnologías al servicio de la producción y el equilibrio social, pero en general no contamos con modelos que incluyan al sistema de producción científica de la universidad de manera directamente vinculado a los problemas de la sociedad y el autogobierno.

Como se ha afirmado en el apartado anterior según Castells la sociedad dominante actualmente es una sociedad del conocimiento y el conocimiento que se vincula a los procesos productivos es la tecnología. En la era actual la Universidad produjo conocimiento y las grandes empresas se apropiaron de ello pero a la vez invirtieron en investigación y desarrollo al servicio de los intereses particulares. Es oportuno pensar en un modelo científico-técnico de innovación de transferencia directa (MCTITD) al servicio del autogobierno de las sociedades y de la resolución de sus problemas actuales concretos (RPAC). Por eso se propone un servicio de consultoría de ciudades a partir de la institución universitaria por que es la única institución competente, hoy por hoy, para investigar, proponer y acompañar un proceso de crecimiento económico, calidad de gestión y participación ciudadana en el ámbito de las ciudades estado denominadas municipios. En este sentido el servicio de consultoría significa:

Primero construir un marco conceptual innovador sobre un modo de producción económico y social con procesos técnicos burocráticos transparentes que garanticen calidad de gestión y participación de la ciudadanía en los problemas de bien común.

Segundo el involucramiento de una institución de larga trayectoria en producir conocimiento que garantice un servicio mediante procedimientos públicos y no tenga por finalidad el lucro económico.

Tercero un mecanismo de financiamiento de los procesos de consultoría como de los cambios que deben ser producidos en las administraciones municipales.

Es decir el desafío es producir un modelo teórico, metodológico, técnico y procedimental para que las universidades actúen como consultores de las gestiones de las ciudades con un sistema de financiamiento de retroalimentación.

Para señalar algunos aspectos del modelo, tendremos como supuesto[16] de que los puntos segundo y tercero están garantizados. En el caso de la Universidad mediante la adecuación burocrática de las universidades a prestar servicios de consultoría con todos los procedimientos que ello significa.[17] En el caso del financiamiento crear un fondo fiduciario para el desarrollo de las ciudades a la vez de establecer las condiciones mediante las cuales estos fondos pueden ser utilizados[18], esto además de adecuar las leyes de coparticipación federal y de municipalidades.

Habiendo aclarado esto las consultoras tendrían por misión:

a-Evaluar la calidad de gestión: en muchos casos los intendentes electos se hacen cargo de administraciones en quiebra y necesitan un diagnóstico claro de lo que recibe y cual es horizonte de posibilidades de emprender con éxito la gestión que le cabe. Esto requiere de un análisis de las finanzas, de la recaudación, de los presupuestos, recursos humanos, del entorno económico y social, de los estilos de gestión y participación ciudadana, entre otras cuestiones.

c-Planificar de manera cogestionada y proponer herramientas de planificación para que los diseños de proyección no sean elaborados de manera tecnocrática sino de manera participativa con la población.

d-Capacitación de recursos humanos y optimización personal mediante reingenierías y desarrollo de procedimientos técnicos-burocráticos acorde a las necesidades de gestión.

e-Una vez evaluada la gestión y habiendo acordado un compromiso de gestión la consultora realizará un monitoreo y seguimiento de los compromisos para determinar los desvíos y proponer medidas correctivas en el cumplimiento de las metas acordadas.

e-La consultora certificará los avances para el desembolso de fondos en los casos que las metas sean alcanzadas.

f-calificar las gestión de los gobiernos locales en términos de sustentabilidad económica, social y política para que estas estén en condiciones de solicitar fondos que permitan mejorar el desarrollo local.

g-El trabajo de consultoría terminará cuando certifique el cumplimiento de la última meta acordada.



[1] En Borón, A.:1999

[2] Hopenhayn,B/Vanoli, A.:2001

[3] Dowbor, L.:1996

[4] Porter, M.:2001

[5] En el Brasil , cerca del 90% de la población vive en ciudades, invirtiendo las proporciones del inicio de los ’50.

[6] Entendiendo por gestión a un conjunto de actividades, político- técnicas, por medio de las cuales se articulan diferentes recursos (humanos, financieros, económicos, naturales, organizacionales) para garantizar las condiciones de producción, funcionamiento urbano, por medio de la elaboración y ejecución de políticas, planes, programas y acciones.

[7]Existe relación entre el territorio y las condiciones sociales de la población (zonas pobres o ricas de la ciudad). Sin embargo, la descentralización no se define por la composición social de la población, aunque esta pueda ser el origen de algunos de sus problemas.

[8] la distinción entre sociedad civil y sociedad política ya viene desde Hegel, aunque se puede identificar en la distinción de los griegos entre polis y oikos, esfera pública y privada ver Arendt H.:1998

[9] Prwekorky (democracia sustentable)

[10] Bobbio, N.:1987

[11] Como ejemplo puede observarse las debates de la OMC y la reticencia del G7 y sobretodo de EEUU y Francia ante los subsidios agrícolas, además del cambio de los estatutos y el papel en desarrollo económico jugado por el FMI y el BIRF, etc.

[12] Prebisch, R.: 1949; CEPAL, 1950; Rostow,W,W. 1959; Cardoso/Falleto:1969; Furtado, C.:1984, Máx. Neef, 1986,

[13] Fernández, G.:2004

[14] Harvey, 1989

[15] Borja y Castells, 1999:21

[16] en el sentido utilizado en la planificación mediante Marco Lógico

[17] crear gerencias autónomas con diseños de perfiles y el concurso público de cargos técnicos etc.

[18] Por ejemplo las consultora serán las que certifiquen la calidad de gestión a la vez del compromiso de las administraciones locales de desarrollar planes monitoreados por las consultorías y financiados con el fondo fiduciario.

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